Documento sobre la Convergencia Europea de CEA (Colectivo Estudiantil Alternativo)
Introducción: hacia una educación competitiva
El Proceso de Bolonia, o de Convergencia Europea, para conformar el EEES (Espacio Europeo de Educación Superior), se ha venido desarrollando desde el año 98 con la reunión de ministros europeos en la Sorbona, seguida de otras cumbres como las de Bolonia (1999), Praga, Salamanca, Graz, etc… . que alcanzan a 40 países. Este proceso debería de verse culminado para el 2010, aunque diversos países ya han iniciado su implantación.
El fin de estas reuniones es establecer un sistema único de educación europea superior para adecuarla a las necesidades del mercado neoliberal. Afirmamos esto porque el objetivo de Bolonia es lograr una Universidad europea competitiva, lo que se mide a través del criterio de “empleabilidad”, esto es, no los conocimientos que se adquieren en los estudios sino la capacidad del licenciado para ser empleado. Hoy la educación es el centro de la economía, y el mercado necesita de la Universidad para lograr trabajadores útiles para las empresas y con capacidad de adaptación a cambios. La Convergencia Europea tiende a adaptar los contenidos universitarios a las necesidades de las empresas, en lugar de apostar por una investigación y docencia al servicio de la sociedad, como demandamos históricamente desde CEA. Sólo esta razón es suficiente para manifestar nuestra posición crítica ante este proceso.
La trampa de este EEES
El Proceso de Bolonia no es un proceso igual en todos los países. Los acuerdos de Bolonia se limitan a declarar unos objetivos que los países firmantes deben cumplir en un plazo, pero no existe apenas legislación europea acerca de cómo se debe realizar esa convergencia. Son los países quienes deben lograr los objetivos de Bolonia respetando la diversidad cultural y las particularidades de cada sistema educativo, que hasta la fecha se ha manifestado en España a través de cuatro Reales Decretos. De esta manera la Convergencia Europea se utiliza como excusa para reformar aspectos de la Universidad que de otra manera provocarían una oposición directa de la comunidad universitaria. Un ejemplo reciente lo tenemos el curso pasado en la reforma del Calendario propuesta por Battaner. En aquel momento ya manifestamos que esta reforma clasista, que vulneraba especialmente a los estudiantes que trabajan en verano para costearse sus estudios, se amparaba falsamente en la excusa europea.
De la misma manera, el Gobierno del PSOE plantea una reforma universitaria que vulnera nuevamente los derechos estudiantiles, y que tiene mucho que ver con la negativa del Gobierno a derogar la LOU. No por casualidad se ha ganado la oposición de la CRUE y de varios sectores del propio PSOE, además de la totalidad del movimiento estudiantil de izquierdas.
Existen siete puntos fundamentales en torno a la Convergencia Europea:
1. Los créditos ECTS
2. El sistema bicíclico: grado y posgrado.
3. Nuevos métodos pedagógicos.
4. La movilidad de los estudiantes.
5. Reducción del catálogo de títulos.
6. Aprendizaje a lo largo de toda la vida.
7. Complementar calidad y competitividad de las Universidades.
1. Los créditos ECTS
Se trata de un sistema de créditos que ya funciona en algunos países. La principal novedad es que lo que mide no son las horas de clase (aquí 10 horas clase = 1 crédito) sino las horas de trabajo del estudiante, de aprendizaje. Esto incluye tanto las horas de clase, como las horas de estudios, realización de tutorías, prácticas, etc. En nuestra Universidad, por ejemplo, se está desarrollando como programa piloto en algunas asignaturas de Filosofía.
El problema para nosotros es que la estimación en España será de entre unas 25 ó 30 horas de trabajo por crédito ECTS, habiendo unos 60 créditos por curso, a lo largo de entre 36 y 40 semanas de clase. Las cuentas son claras: se exige entre 37´5 y 50 horas de dedicación a la semana para superar el curso correctamente. Supera incluso una jornada laboral semanal.
El crédito ECTS tiene sentido si se aplica como en los sistemas universitarios escandinavos, donde las horas de clase presencial son reducidas para favorecer métodos pedagógicos participativos. En España apenas se considera la reducción de estas horas presenciales, con lo que los estudiantes deberemos serlo “a tiempo completo” para poder superar las exigencias académicas. En un país donde muchos universitarios tienen que trabajar para pagarse la carrera, no podrán hacerlo al tener una jornada de 40 horas semanales.
No nos convence la demagogia de quien dice que las horas presenciales deben mantenerse para evitar recortes de plantilla en la Universidad. De hecho, la correcta aplicación de los créditos ECTS implicaría horas de trabajo del profesorado para coordinar y autorizar las actividades no presenciales de los estudiantes, aparte de, por supuesto, la división de las aulas en pequeños grupos de trabajo.
Si el sistema de becas no cambia y se incrementa muchas personas se verán privadas de acceder a la educación universitaria. Por el sistema en el que vivimos y las reiteradas manifestaciones a favor del “coste 0” en la Universidad para su adecuación al mercado neoliberal, dudamos mucho de que se vayan a incrementar de manera sustancial las ayudas.
2. El sistema de Grado y Posgrado
El sistema universitario pasa de tres ciclos a dos: un ciclo generalista llamado Grado y otro de especialización llamado Posgrado, que a su vez se compone de Másters y estudios de doctorado.
El Título de Grado tiene una orientación explícita al mercado de trabajo, reconocida literalmente tanto en la Declaración de Bolonia como en el Real Decreto 55/2005 de Grado. Equivalente al Primer Ciclo actual, adopta el modelo norteamericano en el que no se trata tanto de enseñar conocimientos, como de inculcar “habilidades, destrezas y competencias”, es decir, de crear trabajadores útiles para las empresas. Al sistema productivo español, que relega la I+D a última prioridad, le sale demasiado caro formar a los actuales licenciados en relación a la función que luego van a desempeñar. Esto, además de situar el criterio de utilidad por encima del conocimiento, somete a la Universidad al mercado.
Según las nuevas directrices para conseguir un Grado en cualquier carrera (a excepción de algunas como Medicina, por ejemplo, que no cambian su estructura) nos llevará entre 3 y 4 años. Si queremos obtener el título de licenciado deberemos hacer el Postgrado, que se basa en el sistema actual de másteres y doctorados que no suelen estar al alcance de todos los bolsillos. Por tanto, otra vez el problema económico y la desigualdad de oportunidades.
Este sistema servirá para hacer una criba en la que el mercado laboral se librará del excedente de licenciados que salen de nuestras facultades todos los años y que, en la mayoría de los casos, acaban realizando trabajos sin cualificación o que no tienen nada que ver con la carrera realizada. De esta manera, estos trabajos serán realizados por los graduados al tener una formación “general” y los postgrados estarán reservados a unos pocos.
3. Nuevos métodos pedagógicos
Poco ha cambiado el sistema pedagógico de la Universidad desde la Edad Media hasta hoy: la relación unidireccional entre el profesor que dicta su conocimiento y unos alumnos pasivos que vomitan el contenido en un examen. Desde su fundación, CEA ha reivindicado una revolución del sistema educativo donde el alumno cobre un papel activo, gracias a la aplicación de los nuevos métodos pedagógicos al estilo de los que se utilizan en otros países de Europa (ejemplo de ello fue la campaña “Apuntes Fuera”).
Para que el nuevo sistema de créditos ECTS se pueda mantener, es necesaria una reforma profunda en los métodos pedagógicos de la comunidad docente universitaria. Los profesores pasarían de impartir clases magistrales y dictar apuntes a fomentar el aprendizaje y el espíritu crítico de los estudiantes, a través de trabajos, seminarios, proyectos en grupo... es el paso del “modelo enseñanza” al “modelo aprendizaje”. CEA considera necesaria esta revolución copernicana de la Universidad y aplaude este objetivo de Bolonia.
Ahora bien, la absoluta masificación de las aulas, la insuficiencia de las infraestructuras y lo obsoleto de los métodos pedagógicos actuales hace imposible un sistema que no sea el que sufrimos en la actualidad. Viendo este panorama y sin una propuesta de financiación clara, difícilmente podremos ver la reforma pregonada en nuestras universidades. Exigimos un presupuesto que pueda sufragar estos gastos incluyendo el aumento del profesorado y su reciclaje en materia de nuevos métodos pedagógicos, las infraestructuras y las becas. Además, frente a la situación actual en la que el profesor es valorado principalmente por su investigación, relegando la docencia a una actividad secundaria, es necesario situar la actividad docente en un primer plano. De lo contrario, seguiremos presenciando pomposas reformas de nombres con un contenido invariable, cada vez más estancado y caduco.
Por último, nos preocupa especialmente que en la pretendida revolución educativa no se hable en ningún caso de los escasos derechos estudiantiles que con dificultades mantenemos: derecho a revisión de examen por un tribunal, concurrencia a un examen en las mismas condiciones que el resto de estudiantes, tribunal de compensación, etc. Exigimos que en el nuevo sistema pedagógico se tomen medidas desde el principio que eviten la arbitrariedad.
4. La movilidad de los estudiantes
Una de las principales ventajas de la Convergencia Europea será que cualquiera podrá estudiar en cualquier universidad de Europa, al menos eso nos han contado. Como medio para lograr esa movilidad se propone el crédito ECTS y el Suplemento Europeo al Título, es decir, se favorece la movilidad administrativa, pero no económica. En el actual Programa Erasmus, los estudiantes perciben una cuantía ridícula parte de la cual se recibe después de la estancia en el extranjero. Aplaudimos el objetivo de un espacio donde todos los estudiantes tengan la oportunidad de conocer lo que se imparte en otras Universidades de Europa, pero nos oponemos al clasismo que se deriva de esta movilidad, al alcance sólo de aquellos alumnos que pueden permitirse vivir un curso en países generalmente con un coste de vida mucho mayor que el de España. A su vez, se divide a los estudiantes Erasmus en los que deben trabajar para pagarse una movilidad cada vez más demandada en el currículum y los que se pueden dedicar plenamente al estudio. Así, la movilidad se convierte en un factor discriminatorio.
Vistas las consecuencias de la movilidad así planteada, no nos parece razonable que se prime la movilidad antes que el acceso libre y gratuito de todas las personas a una educación universitaria; no nos parece razonable que se prime la movilidad en Europa cuando en España hay gente que no puede estudiar la carrera deseada por no poderse permitir vivir fuera de casa; no nos parece razonable que se fomente la movilidad europea antes de dar la oportunidad a todas las personas de estudiar lo que quieran, suprimiendo los números clausus; no nos parece razonable que se prime la movilidad dentro de Europa cuando nuestras universidades están a años luz de muchas de las universidades de Europa.
La movilidad tal y como se plantea, sólo cubre un objetivo real: la creación de un mercado único de trabajo europeo, con mayor demanda de empleo y por lo tanto competitividad entre los licenciados/trabajadores de los países firmantes de Bolonia. Nada más lejos de la movilidad que reivindicamos: derribar las fronteras para fomentar la interculturalidad y el intercambio de conocimiento, en el marco de una sociedad cada vez más conectada donde los ciudadanos españoles, alemanes, franceses, italianos… tienen cada vez más problemas en común, y reivindicaciones cada vez más unitarias.
5. Reducción del catálogo de títulos.
Otra de las consecuencias de la Convergencia Europea es la reducción del catálogo de títulos de 140 a 77, de acuerdo con la propuesta del Consejo de Coordinación Universitaria (CCU).
Sin duda alguna, el área más afectada es la de Humanidades, que pasa de 26 a 12 titulaciones. La propuesta original del CCU incluía disparates como suprimir la carrera de Historia del Arte, propuesta que los estudiantes logramos desarticular tras intensas movilizaciones. Permanece en cambio la amenaza a las Filologías, que ven reducido su amplio catálogo a cuatro títulos: lenguas modernas, lenguas orientales, filología clásica y lengua española.
Que Enología y Turismo aumenten su importancia mientras Filología e Historia del Arte son reducidas dice mucho acerca de la filosofía mercantilista del Proceso de Bolonia.
6. Aprendizaje a lo largo de toda la vida.
El crédito ECTS se define como un crédito acumulable, que aporta créditos al Currículum. Con esto se pretende incentivar la vuelta a la Universidad, y la formación continua.
Una vez más se responde a la necesidad del mercado laboral de reciclar al trabajador constantemente, lo que encierra un peligro para los futuros trabajadores: la obligación de acudir a la Universidad a por créditos ante el miedo al despido, en un escenario laboral cada día más precarizado, donde el despido es libre y casi gratuito.
Las empresas deben ser las responsables de la formación continua de sus trabajadores, y no podemos permitir que utilicen a la Universidad Pública como una forma de abaratar costes de formación. Una vez más, la Universidad al servicio del mercado de trabajo, y no al servicio de la sociedad.
7. Complementar calidad y competitividad en las Universidades.
Los criterios de calidad se resumen en dos: la credibilidad de la oferta educativa y el atractivo de las Universidades a estudiantes de terceros países. El Proceso de Bolonia ha desembocado en la creación de la ENQA (Asociación Europea para la Acreditación de la Calidad de la Enseñanza Superior).
En España la LOU creó la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA), fundación extrauniversitaria compuesta casi totalmente por personas designadas por el Gobierno, que mide la calidad a través de la competencia, llegando incluso a elaborar el famoso ranking de Universidades.
En el marco del proceso de Bolonia surgen dos dudas. Por un lado, puede darse el caso de que la financiación sea proporcional a la calidad, frente a ello proponemos un modelo de inversión en las Universidades más desafortunadas. Por otro lado, se desconoce si la financiación privada será un criterio de calidad. En este caso la Universidad quedaría enteramente a merced de la empresa privada, que sólo financia programas rentables a corto plazo. No es necesario indicar las consecuencias de esta sumisión de la Universidad a los intereses directos de las empresas.
Conclusión
Estamos a favor de lograr una Convergencia Europea. Precisamente por ello, estamos en contra del Proceso de Bolonia y su aplicación tal y como se está desarrollando en España, que parece una reforma más yanqui que europea.
Una Convergencia Educativa exige necesariamente una Convergencia en Derechos Estudiantiles. No se puede plantear seriamente que los estudiantes españoles tengamos el mismo sistema educativo que los estudiantes escandinavos, que gozan de una Universidad Pública gratuita, un salario de estudiante de unos 500 € al mes, medios humanos y materiales para un sistema pedagógico de nuevo tipo, etc…
Estamos a favor de la Convergencia Europea real, no de esta convergencia impuesta que sólo nos une a la hora de adecuar los estudios universitarios a las necesidades del mercado laboral. El nuevo modelo pedagógico nos parece urgentemente necesario, que todos los europeos estudiemos lo mismo y la movilidad europea también, por ello mismo rechazamos a los emisores de estas propuestas, que las desvirtúan y utilizan para otros fines.
Para una Convergencia Europea de verdad, y en consecuencia con lo expuesto arriba, el Colectivo Estudiantil Alternativo exigimos la siguiente tabla reivindicativa:
1. AUMENTO DE BECAS
2. PLENA ACCESIBILIDAD A POSGRADOS, MASTER Y DOCTORADOS
3. DOTACIÓN DE INFRAESTRUCTURAS Y PROFESORADO PARA LA REFORMA EDUCATIVA
4. AUMENTO CONSIDERABLE DE LA DOTACIÓN DE LAS BECAS ERASMUS
5. GARANTÍA DE DERECHOS ESTUDIANTILES
6. ELABORACIÓN DEL CATÁLOGO DE TITULACIONES EN BASE A CRITERIOS ACADÉMICOS, Y NO ECONÓMICOS
7. REDUCCIÓN DE LAS CLASES MAGISTRALES
8. DISMINUCIÓN DEL RATIO PROFESOR-ALUMNO PARA ACABAR CON LA MASIFICACIÓN
Y, como consecuencia:
9. AUMENTO DEL PRESUPUESTO EDUCATIVO
10. UNIVERSIDAD PÚBLICA, LAICA, CIENTÍFICA Y GRATUITA, LIBRE DE IMPOSICIONES PRIVADAS, AL SERVICIO DE LA SOCIEDAD Y PLENAMENTE DEMOCRÁTICA
Sólo a través del cumplimiento de estas diez reivindicaciones podremos estar a favor de una Convergencia Europea. Tenemos que mantenernos a la expectativa, pero no dar ni un paso atrás por una Universidad vinculada y comprometida con los problemas sociales, laica, gratuita y de calidad.
Si no, nuestra respuesta como estudiantes será utilizar todos los medios a nuestro alcance para defender nuestros derechos.
No se trata de ser más o menos europeos. Son ellos quienes no nos dejan ser europeos, aplicando reformas nominales que nos dejan una vez más a la cola de Europa. Cuando nos traten como a europeos, entonces defenderemos la Convergencia Educativa. Pero mientras nos traten como españoles, mientras permanezca esta Universidad clasista, autoritaria y segregadora, mientras tanto pelearemos por una Universidad para todos, como siempre hemos hecho.
¡¡NO A ESTA CONVERGENCIA EUROPEA!!
El Proceso de Bolonia, o de Convergencia Europea, para conformar el EEES (Espacio Europeo de Educación Superior), se ha venido desarrollando desde el año 98 con la reunión de ministros europeos en la Sorbona, seguida de otras cumbres como las de Bolonia (1999), Praga, Salamanca, Graz, etc… . que alcanzan a 40 países. Este proceso debería de verse culminado para el 2010, aunque diversos países ya han iniciado su implantación.
El fin de estas reuniones es establecer un sistema único de educación europea superior para adecuarla a las necesidades del mercado neoliberal. Afirmamos esto porque el objetivo de Bolonia es lograr una Universidad europea competitiva, lo que se mide a través del criterio de “empleabilidad”, esto es, no los conocimientos que se adquieren en los estudios sino la capacidad del licenciado para ser empleado. Hoy la educación es el centro de la economía, y el mercado necesita de la Universidad para lograr trabajadores útiles para las empresas y con capacidad de adaptación a cambios. La Convergencia Europea tiende a adaptar los contenidos universitarios a las necesidades de las empresas, en lugar de apostar por una investigación y docencia al servicio de la sociedad, como demandamos históricamente desde CEA. Sólo esta razón es suficiente para manifestar nuestra posición crítica ante este proceso.
La trampa de este EEES
El Proceso de Bolonia no es un proceso igual en todos los países. Los acuerdos de Bolonia se limitan a declarar unos objetivos que los países firmantes deben cumplir en un plazo, pero no existe apenas legislación europea acerca de cómo se debe realizar esa convergencia. Son los países quienes deben lograr los objetivos de Bolonia respetando la diversidad cultural y las particularidades de cada sistema educativo, que hasta la fecha se ha manifestado en España a través de cuatro Reales Decretos. De esta manera la Convergencia Europea se utiliza como excusa para reformar aspectos de la Universidad que de otra manera provocarían una oposición directa de la comunidad universitaria. Un ejemplo reciente lo tenemos el curso pasado en la reforma del Calendario propuesta por Battaner. En aquel momento ya manifestamos que esta reforma clasista, que vulneraba especialmente a los estudiantes que trabajan en verano para costearse sus estudios, se amparaba falsamente en la excusa europea.
De la misma manera, el Gobierno del PSOE plantea una reforma universitaria que vulnera nuevamente los derechos estudiantiles, y que tiene mucho que ver con la negativa del Gobierno a derogar la LOU. No por casualidad se ha ganado la oposición de la CRUE y de varios sectores del propio PSOE, además de la totalidad del movimiento estudiantil de izquierdas.
Existen siete puntos fundamentales en torno a la Convergencia Europea:
1. Los créditos ECTS
2. El sistema bicíclico: grado y posgrado.
3. Nuevos métodos pedagógicos.
4. La movilidad de los estudiantes.
5. Reducción del catálogo de títulos.
6. Aprendizaje a lo largo de toda la vida.
7. Complementar calidad y competitividad de las Universidades.
1. Los créditos ECTS
Se trata de un sistema de créditos que ya funciona en algunos países. La principal novedad es que lo que mide no son las horas de clase (aquí 10 horas clase = 1 crédito) sino las horas de trabajo del estudiante, de aprendizaje. Esto incluye tanto las horas de clase, como las horas de estudios, realización de tutorías, prácticas, etc. En nuestra Universidad, por ejemplo, se está desarrollando como programa piloto en algunas asignaturas de Filosofía.
El problema para nosotros es que la estimación en España será de entre unas 25 ó 30 horas de trabajo por crédito ECTS, habiendo unos 60 créditos por curso, a lo largo de entre 36 y 40 semanas de clase. Las cuentas son claras: se exige entre 37´5 y 50 horas de dedicación a la semana para superar el curso correctamente. Supera incluso una jornada laboral semanal.
El crédito ECTS tiene sentido si se aplica como en los sistemas universitarios escandinavos, donde las horas de clase presencial son reducidas para favorecer métodos pedagógicos participativos. En España apenas se considera la reducción de estas horas presenciales, con lo que los estudiantes deberemos serlo “a tiempo completo” para poder superar las exigencias académicas. En un país donde muchos universitarios tienen que trabajar para pagarse la carrera, no podrán hacerlo al tener una jornada de 40 horas semanales.
No nos convence la demagogia de quien dice que las horas presenciales deben mantenerse para evitar recortes de plantilla en la Universidad. De hecho, la correcta aplicación de los créditos ECTS implicaría horas de trabajo del profesorado para coordinar y autorizar las actividades no presenciales de los estudiantes, aparte de, por supuesto, la división de las aulas en pequeños grupos de trabajo.
Si el sistema de becas no cambia y se incrementa muchas personas se verán privadas de acceder a la educación universitaria. Por el sistema en el que vivimos y las reiteradas manifestaciones a favor del “coste 0” en la Universidad para su adecuación al mercado neoliberal, dudamos mucho de que se vayan a incrementar de manera sustancial las ayudas.
2. El sistema de Grado y Posgrado
El sistema universitario pasa de tres ciclos a dos: un ciclo generalista llamado Grado y otro de especialización llamado Posgrado, que a su vez se compone de Másters y estudios de doctorado.
El Título de Grado tiene una orientación explícita al mercado de trabajo, reconocida literalmente tanto en la Declaración de Bolonia como en el Real Decreto 55/2005 de Grado. Equivalente al Primer Ciclo actual, adopta el modelo norteamericano en el que no se trata tanto de enseñar conocimientos, como de inculcar “habilidades, destrezas y competencias”, es decir, de crear trabajadores útiles para las empresas. Al sistema productivo español, que relega la I+D a última prioridad, le sale demasiado caro formar a los actuales licenciados en relación a la función que luego van a desempeñar. Esto, además de situar el criterio de utilidad por encima del conocimiento, somete a la Universidad al mercado.
Según las nuevas directrices para conseguir un Grado en cualquier carrera (a excepción de algunas como Medicina, por ejemplo, que no cambian su estructura) nos llevará entre 3 y 4 años. Si queremos obtener el título de licenciado deberemos hacer el Postgrado, que se basa en el sistema actual de másteres y doctorados que no suelen estar al alcance de todos los bolsillos. Por tanto, otra vez el problema económico y la desigualdad de oportunidades.
Este sistema servirá para hacer una criba en la que el mercado laboral se librará del excedente de licenciados que salen de nuestras facultades todos los años y que, en la mayoría de los casos, acaban realizando trabajos sin cualificación o que no tienen nada que ver con la carrera realizada. De esta manera, estos trabajos serán realizados por los graduados al tener una formación “general” y los postgrados estarán reservados a unos pocos.
3. Nuevos métodos pedagógicos
Poco ha cambiado el sistema pedagógico de la Universidad desde la Edad Media hasta hoy: la relación unidireccional entre el profesor que dicta su conocimiento y unos alumnos pasivos que vomitan el contenido en un examen. Desde su fundación, CEA ha reivindicado una revolución del sistema educativo donde el alumno cobre un papel activo, gracias a la aplicación de los nuevos métodos pedagógicos al estilo de los que se utilizan en otros países de Europa (ejemplo de ello fue la campaña “Apuntes Fuera”).
Para que el nuevo sistema de créditos ECTS se pueda mantener, es necesaria una reforma profunda en los métodos pedagógicos de la comunidad docente universitaria. Los profesores pasarían de impartir clases magistrales y dictar apuntes a fomentar el aprendizaje y el espíritu crítico de los estudiantes, a través de trabajos, seminarios, proyectos en grupo... es el paso del “modelo enseñanza” al “modelo aprendizaje”. CEA considera necesaria esta revolución copernicana de la Universidad y aplaude este objetivo de Bolonia.
Ahora bien, la absoluta masificación de las aulas, la insuficiencia de las infraestructuras y lo obsoleto de los métodos pedagógicos actuales hace imposible un sistema que no sea el que sufrimos en la actualidad. Viendo este panorama y sin una propuesta de financiación clara, difícilmente podremos ver la reforma pregonada en nuestras universidades. Exigimos un presupuesto que pueda sufragar estos gastos incluyendo el aumento del profesorado y su reciclaje en materia de nuevos métodos pedagógicos, las infraestructuras y las becas. Además, frente a la situación actual en la que el profesor es valorado principalmente por su investigación, relegando la docencia a una actividad secundaria, es necesario situar la actividad docente en un primer plano. De lo contrario, seguiremos presenciando pomposas reformas de nombres con un contenido invariable, cada vez más estancado y caduco.
Por último, nos preocupa especialmente que en la pretendida revolución educativa no se hable en ningún caso de los escasos derechos estudiantiles que con dificultades mantenemos: derecho a revisión de examen por un tribunal, concurrencia a un examen en las mismas condiciones que el resto de estudiantes, tribunal de compensación, etc. Exigimos que en el nuevo sistema pedagógico se tomen medidas desde el principio que eviten la arbitrariedad.
4. La movilidad de los estudiantes
Una de las principales ventajas de la Convergencia Europea será que cualquiera podrá estudiar en cualquier universidad de Europa, al menos eso nos han contado. Como medio para lograr esa movilidad se propone el crédito ECTS y el Suplemento Europeo al Título, es decir, se favorece la movilidad administrativa, pero no económica. En el actual Programa Erasmus, los estudiantes perciben una cuantía ridícula parte de la cual se recibe después de la estancia en el extranjero. Aplaudimos el objetivo de un espacio donde todos los estudiantes tengan la oportunidad de conocer lo que se imparte en otras Universidades de Europa, pero nos oponemos al clasismo que se deriva de esta movilidad, al alcance sólo de aquellos alumnos que pueden permitirse vivir un curso en países generalmente con un coste de vida mucho mayor que el de España. A su vez, se divide a los estudiantes Erasmus en los que deben trabajar para pagarse una movilidad cada vez más demandada en el currículum y los que se pueden dedicar plenamente al estudio. Así, la movilidad se convierte en un factor discriminatorio.
Vistas las consecuencias de la movilidad así planteada, no nos parece razonable que se prime la movilidad antes que el acceso libre y gratuito de todas las personas a una educación universitaria; no nos parece razonable que se prime la movilidad en Europa cuando en España hay gente que no puede estudiar la carrera deseada por no poderse permitir vivir fuera de casa; no nos parece razonable que se fomente la movilidad europea antes de dar la oportunidad a todas las personas de estudiar lo que quieran, suprimiendo los números clausus; no nos parece razonable que se prime la movilidad dentro de Europa cuando nuestras universidades están a años luz de muchas de las universidades de Europa.
La movilidad tal y como se plantea, sólo cubre un objetivo real: la creación de un mercado único de trabajo europeo, con mayor demanda de empleo y por lo tanto competitividad entre los licenciados/trabajadores de los países firmantes de Bolonia. Nada más lejos de la movilidad que reivindicamos: derribar las fronteras para fomentar la interculturalidad y el intercambio de conocimiento, en el marco de una sociedad cada vez más conectada donde los ciudadanos españoles, alemanes, franceses, italianos… tienen cada vez más problemas en común, y reivindicaciones cada vez más unitarias.
5. Reducción del catálogo de títulos.
Otra de las consecuencias de la Convergencia Europea es la reducción del catálogo de títulos de 140 a 77, de acuerdo con la propuesta del Consejo de Coordinación Universitaria (CCU).
Sin duda alguna, el área más afectada es la de Humanidades, que pasa de 26 a 12 titulaciones. La propuesta original del CCU incluía disparates como suprimir la carrera de Historia del Arte, propuesta que los estudiantes logramos desarticular tras intensas movilizaciones. Permanece en cambio la amenaza a las Filologías, que ven reducido su amplio catálogo a cuatro títulos: lenguas modernas, lenguas orientales, filología clásica y lengua española.
Que Enología y Turismo aumenten su importancia mientras Filología e Historia del Arte son reducidas dice mucho acerca de la filosofía mercantilista del Proceso de Bolonia.
6. Aprendizaje a lo largo de toda la vida.
El crédito ECTS se define como un crédito acumulable, que aporta créditos al Currículum. Con esto se pretende incentivar la vuelta a la Universidad, y la formación continua.
Una vez más se responde a la necesidad del mercado laboral de reciclar al trabajador constantemente, lo que encierra un peligro para los futuros trabajadores: la obligación de acudir a la Universidad a por créditos ante el miedo al despido, en un escenario laboral cada día más precarizado, donde el despido es libre y casi gratuito.
Las empresas deben ser las responsables de la formación continua de sus trabajadores, y no podemos permitir que utilicen a la Universidad Pública como una forma de abaratar costes de formación. Una vez más, la Universidad al servicio del mercado de trabajo, y no al servicio de la sociedad.
7. Complementar calidad y competitividad en las Universidades.
Los criterios de calidad se resumen en dos: la credibilidad de la oferta educativa y el atractivo de las Universidades a estudiantes de terceros países. El Proceso de Bolonia ha desembocado en la creación de la ENQA (Asociación Europea para la Acreditación de la Calidad de la Enseñanza Superior).
En España la LOU creó la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA), fundación extrauniversitaria compuesta casi totalmente por personas designadas por el Gobierno, que mide la calidad a través de la competencia, llegando incluso a elaborar el famoso ranking de Universidades.
En el marco del proceso de Bolonia surgen dos dudas. Por un lado, puede darse el caso de que la financiación sea proporcional a la calidad, frente a ello proponemos un modelo de inversión en las Universidades más desafortunadas. Por otro lado, se desconoce si la financiación privada será un criterio de calidad. En este caso la Universidad quedaría enteramente a merced de la empresa privada, que sólo financia programas rentables a corto plazo. No es necesario indicar las consecuencias de esta sumisión de la Universidad a los intereses directos de las empresas.
Conclusión
Estamos a favor de lograr una Convergencia Europea. Precisamente por ello, estamos en contra del Proceso de Bolonia y su aplicación tal y como se está desarrollando en España, que parece una reforma más yanqui que europea.
Una Convergencia Educativa exige necesariamente una Convergencia en Derechos Estudiantiles. No se puede plantear seriamente que los estudiantes españoles tengamos el mismo sistema educativo que los estudiantes escandinavos, que gozan de una Universidad Pública gratuita, un salario de estudiante de unos 500 € al mes, medios humanos y materiales para un sistema pedagógico de nuevo tipo, etc…
Estamos a favor de la Convergencia Europea real, no de esta convergencia impuesta que sólo nos une a la hora de adecuar los estudios universitarios a las necesidades del mercado laboral. El nuevo modelo pedagógico nos parece urgentemente necesario, que todos los europeos estudiemos lo mismo y la movilidad europea también, por ello mismo rechazamos a los emisores de estas propuestas, que las desvirtúan y utilizan para otros fines.
Para una Convergencia Europea de verdad, y en consecuencia con lo expuesto arriba, el Colectivo Estudiantil Alternativo exigimos la siguiente tabla reivindicativa:
1. AUMENTO DE BECAS
2. PLENA ACCESIBILIDAD A POSGRADOS, MASTER Y DOCTORADOS
3. DOTACIÓN DE INFRAESTRUCTURAS Y PROFESORADO PARA LA REFORMA EDUCATIVA
4. AUMENTO CONSIDERABLE DE LA DOTACIÓN DE LAS BECAS ERASMUS
5. GARANTÍA DE DERECHOS ESTUDIANTILES
6. ELABORACIÓN DEL CATÁLOGO DE TITULACIONES EN BASE A CRITERIOS ACADÉMICOS, Y NO ECONÓMICOS
7. REDUCCIÓN DE LAS CLASES MAGISTRALES
8. DISMINUCIÓN DEL RATIO PROFESOR-ALUMNO PARA ACABAR CON LA MASIFICACIÓN
Y, como consecuencia:
9. AUMENTO DEL PRESUPUESTO EDUCATIVO
10. UNIVERSIDAD PÚBLICA, LAICA, CIENTÍFICA Y GRATUITA, LIBRE DE IMPOSICIONES PRIVADAS, AL SERVICIO DE LA SOCIEDAD Y PLENAMENTE DEMOCRÁTICA
Sólo a través del cumplimiento de estas diez reivindicaciones podremos estar a favor de una Convergencia Europea. Tenemos que mantenernos a la expectativa, pero no dar ni un paso atrás por una Universidad vinculada y comprometida con los problemas sociales, laica, gratuita y de calidad.
Si no, nuestra respuesta como estudiantes será utilizar todos los medios a nuestro alcance para defender nuestros derechos.
No se trata de ser más o menos europeos. Son ellos quienes no nos dejan ser europeos, aplicando reformas nominales que nos dejan una vez más a la cola de Europa. Cuando nos traten como a europeos, entonces defenderemos la Convergencia Educativa. Pero mientras nos traten como españoles, mientras permanezca esta Universidad clasista, autoritaria y segregadora, mientras tanto pelearemos por una Universidad para todos, como siempre hemos hecho.
¡¡NO A ESTA CONVERGENCIA EUROPEA!!
2 comentarios
Estudiante -
Agarzon -
Un abrazo.